Divisa
En los momentos actuales que vive la humanidad hay que tener divisa para ser alguien en la vida, ¿quién lo duda? Y es que con ella el hombre satisface cualquier necesidad, conquista lo que parece imposible, duerme en paz, atrae a los amigos, se hace respetar y querer, y compra sin comprar. Todo lo dicho y más se logra con divisa.
¿Pero de qué hablo? ¿Acaso del billete verde que hasta hace poco circuló junto al peso cubano; de ese que confunde a los pesimista, avasalla a los débiles y hace que algunos cambien de ideología, gustos, hábitos?
¿De qué divisa le hablo? Sin dudas de la mejor; de esa que nada tiene en común con el papel moneda, la economía, la explotación o el libre mercado. De la que no se puede comprar en una Casa de Cambio ni en lugar alguno; de la que no compite con el euro, la libra esterlina o el yen japonés; de la que no es discriminatoria ni clasista.
De la que no guarda relación con nacionalidades, creencias, sexos, edades, inclinaciones políticas u oficios; y de la que no lleva a los hombres a la guerra ni siembra el odio.
Amigo internauta, le hablo de la verdadera divisa, de esa que va en las entrañas del ser sencillo, noble, honesto, transparente, natural, cultivador de las mejores acciones; de esa que solo pugna con la maldad, la envidia, la codicia y el egoísmo.
De la única divisa que debe poseer quien desee ser alguien. De esa que nos permite querer y ser queridos, perdonar, crecer, construir, soñar y ser mejores personas.
Así, por ejemplo, puede que usted hoy no tenga un centavo, pero si a lo largo de su vida supo fertilizar la verdadera amistad como divisa, seguro habrá quien le tienda las manos.
De igual manera, otros abandonan su país para intentar llenarse de la divisa que duerme entre las fronteras de una billetera o viven impregnadas en una tarjeta de crédito, olvidándose de que la mejor descansa, sin dudas, debajo de la piel humana, en cada conquista honrada y pensamiento justo.
Espero, entonces, que esté de acuerdo conmigo cuando aseguro que en los momentos actuales que vive la humanidad hay que tener divisa para ser alguien en la vida.
¿Pero de qué hablo? ¿Acaso del billete verde que hasta hace poco circuló junto al peso cubano; de ese que confunde a los pesimista, avasalla a los débiles y hace que algunos cambien de ideología, gustos, hábitos?
¿De qué divisa le hablo? Sin dudas de la mejor; de esa que nada tiene en común con el papel moneda, la economía, la explotación o el libre mercado. De la que no se puede comprar en una Casa de Cambio ni en lugar alguno; de la que no compite con el euro, la libra esterlina o el yen japonés; de la que no es discriminatoria ni clasista.
De la que no guarda relación con nacionalidades, creencias, sexos, edades, inclinaciones políticas u oficios; y de la que no lleva a los hombres a la guerra ni siembra el odio.
Amigo internauta, le hablo de la verdadera divisa, de esa que va en las entrañas del ser sencillo, noble, honesto, transparente, natural, cultivador de las mejores acciones; de esa que solo pugna con la maldad, la envidia, la codicia y el egoísmo.
De la única divisa que debe poseer quien desee ser alguien. De esa que nos permite querer y ser queridos, perdonar, crecer, construir, soñar y ser mejores personas.
Así, por ejemplo, puede que usted hoy no tenga un centavo, pero si a lo largo de su vida supo fertilizar la verdadera amistad como divisa, seguro habrá quien le tienda las manos.
De igual manera, otros abandonan su país para intentar llenarse de la divisa que duerme entre las fronteras de una billetera o viven impregnadas en una tarjeta de crédito, olvidándose de que la mejor descansa, sin dudas, debajo de la piel humana, en cada conquista honrada y pensamiento justo.
Espero, entonces, que esté de acuerdo conmigo cuando aseguro que en los momentos actuales que vive la humanidad hay que tener divisa para ser alguien en la vida.
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